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Por Dr. Antonio Rodríguez Carrión.
¿Qué es el lumbago?
El lumbago es el nombre común con que se conoce a la lumbalgia aguda. Frecuentemente al lumbago se le llama “dolor de riñones”, pues consiste en un dolor que se localiza en la parte baja de la columna. Cuando el dolor lumbar se acompaña de un intenso dolor que se extiende por la nalga y por la parte posterior del muslo y de la pierna significa que hay irritación del nervio ciático, y entonces se llama “lumbociática” (o “ciática”).
El lumbago causa en España cerca de 60.000 bajas laborales y una pérdida de más de un millón de jornadas laborales al año. Es la segunda enfermedad que ocasiona más absentismo laboral después del resfriado común y la gripe; es tan frecuente que casi todo el mundo tendrá algún episodio de lumbago a lo largo de su vida.
¿Cuáles son los síntomas del lumbago?
La aparición es repentina y lo más frecuente es que se produzca al girar el cuerpo, al agacharse hacia delante o al intentar enderezarse estando agachado. En ese momento se nota como un latigazo en la espalda, a la altura de cintura (“en los lomos”) que impide cualquier movimiento (queda “engatillado”). Lo más habitual es que en unos minutos el dolor y la contractura vayan cediendo y se pueda ir enderezando la espalda, pero no se puede volver a agachar.

¿Por qué se produce el lumbago?
La columna lumbar está constituida y rodeada por numerosas estructuras (nervios, ligamentos, músculos, vasos sanguíneos) y, además, soporta mucho peso, todo lo cual justifica que se dañe con frecuencia, especialmente por desgaste o pérdida de calcio en las vértebras (artrosis y osteoporosis), por acciones mecánicas (hernia de disco e irritación de los nervios, deformidades de la columna, traumatismos, contracturas musculares), factores reumatológicos (espondilitis anquilopoyética), factores psicológicos (depresión: el paciente deprimido adopta una posición que incrementa la lordosis lumbar y ocasiona el dolor), procesos infecciosos, enfermedades renales, tumores, enfermedades digestivas, alteraciones congénitas (espina bífida), enfermedades vasculares. De todas ellas, las causas más frecuentes son las causas mecánicas (malas posturas y la práctica deportiva sin un entrenamiento adecuado).
¿Cómo se averigua la causa del lumbago?
Las circunstancias de aparición del dolor (agacharse, traumatismo, etc.), su duración y la exploración del médico de cabecera dan una primera impresión diagnóstica que en la mayoría de los casos es suficiente para determinar la causa del lumbago. En algunos casos es necesario recurrir a pruebas como análisis, radiografías, TAC, resonancia magnética o electromiografías.
¿Qué hacer ante un lumbago?
El pronóstico es muy bueno para la lumbalgia aguda pues suele desaparecer en horas o en un par de días simplemente con reposo, analgésicos (paracetamol, metamizol) y calor local (15 minutos tres veces al día). El paciente debe adoptar la postura en la que se encuentre mejor, evitando aquellos movimientos que aumenten el dolor. Hay que evitar en lo posible el reposo en cama (nunca más de dos días); lo mejor es mantener la mayor actividad física que permita el dolor. Si el dolor es muy intenso e incapacitante, o no ha desaparecido totalmente en una semana, hay que acudir al médico.
En caso de que el lumbago sea persistente y debido a hernia de disco, fractura de vértebras, reuma, malformaciones de la columna, osteoporosis, infecciones, etc., obviamente el tratamiento es más complejo y requiere el concurso de especialistas.
¿Cómo prevenir el lumbago mecánico?
Para prevenir el lumbago producido por esfuerzos (coger pesos, trabajar en el jardín, estar sentados muchas horas, etc.) es importante evitar la obesidad, hacer calentamiento previo de los músculos de la zona lumbar con ejercicios suaves y evitar posturas incorrectas: hay que agacharse doblando las rodillas y no doblando el tronco, no usar asientos blandos y bajos y mantener la espalda recta, dormir en superficie dura y plana, usar zapatos cómodos y evitar tacones altos.