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Por Dr. Antonio Rodríguez Carrión.
¿Qué es la listeriosis?
La listeriosis es una enfermedad infecciosa producida por la bacteria Listeria monocytogenes, la cual se desarrolla y reproduce dentro de las células a las que infecta. Resiste muy bien a la falta de oxígeno y al frío, por lo que la bacteria puede permanecer viva y reproducirse en el cajón de las verduras y en la nevera, así como en los embutidos. Muere a temperatura superiores a 71 ºC.
Actualmente, en España se producen cerca de 500 hospitalizaciones anuales por listeriosis con unos 70 fallecimientos.
¿Cómo se transmite?
La listeria es muy frecuente en el medio ambiente y penetra en el ser humano cuando éste ingiere alimentos contaminados. Las células defensivas de personas jóvenes y sanas determinan que la gran mayoría de las veces estos microbios sean destruidos sin que llegue a producir enfermedad o ésta curse de forma leve. Cuando las personas infectadas tienen las defensas bajas pueden sufrir la enfermedad con graves daños. Si la listeriosis ocurre en la mujer embarazada puede ocasionar muerte del feto o aborto espontáneo; el recién nacido vivo puede contraer la infección en el momento del parto o poco después.
Los grupos de riesgo son mujeres gestantes y recién nacidos; personas con bajas defensas por cáncer, trasplantes de órganos o en tratamiento con determinados medicamentos; personas de edad avanzada; pacientes con ciertas enfermedades crónicas como la diabetes, alcoholismo, enfermedades del riñón, exceso de hierro en la sangre, infección con VIH o enfermedades reumáticas.
Los alimentos con mayor capacidad de transmitir la listeria son la leche cruda, los quesos frescos o blandos, las frutas y verduras crudas (ensaladas), la carne cruda y la precocinada, los embutidos loncheados envasados al vacío, ahumados, las comidas precocinadas.
No se transmite entre los seres humanos, excepto la transmisión de la madre al feto.
Generalmente la listeriosis aparece de forma esporádica, pero a veces ocurren brotes epidémicos.
¿Cuáles son los síntomas?
Una de cada 10 personas es portadora de la listeria sin molestia alguna, y en la mayoría de los casos en que se consume producto infectado no aparece síntoma alguno o apenas revisten importancia (diarrea leve, malestar general de poca intensidad). El problema está en los grupos de riesgo.
Los síntomas de la listeriosis aparecen entre los 2 y los 30 días de haber ingerido el alimento contaminado y son similares a los de otras enfermedades infecciosas, por lo que el diagnóstico de sospecha se centra en la aparición de esos síntomas en grupos de riesgo.
La listeriosis puede manifestarse como un cuadro de gastroenteritis (diarrea, fiebre, dolor de cabeza) sin deterioro importante del estado general y buena evolución, en cuyo caso no requiere tratamiento antibiótico. En ocasiones, especialmente en grupos de riesgo, la listeria puede invadir la sangre (septicemia), pasar al sistema nervioso (meningitis, encefalitis, abscesos cerebrales) o afectar diversos órganos (ojos, huesos, articulaciones, etc.) ocasionando cuadros muy graves (fiebre, vómitos, dolor de cuello, confusión mental, convulsiones).
La mujer embarazada con listeriosis presenta fiebre, dolores en espalda, músculos y articulaciones y dolor de cabeza. Es frecuente el aborto y la muerte fetal dentro del útero, así como en el recién nacido. La listeriosis puede manifestarse en el niño de forma tardía: alrededor de 10 días después del parto y hasta 30 días después del parto.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de sospecha lo realiza el médico mediante el análisis de los síntomas, la exploración del paciente y la información sobre alimentos consumidos. Muy importante es determinar si el paciente está incluido en alguno de los grupos de riesgo.
El diagnóstico de confirmación se realiza mediante estudio de la presencia de listeria en la sangre, líquido cefalorraquídeo o líquido amniótico. Para estudiar posibles focos de lesiones en emplean otras técnicas diagnósticas tales como la resonancia magnética.
¿Cómo se trata?
Cuando la infección es leve no se precisa tratamiento pues basta con las propias defensas para combatir al microbio. En los grupos de riesgo se trata con antibióticos.
¿Cómo se previene?
Lo fundamental es la higiene y la preparación de los alimentos:
- Lavarse muy bien las manos antes y después de manipular los alimentos.
- No tomar leche ni productos lácteos sin pasteurizar.
- No mezclar alimentos elaborados con alimentos frescos.
- Lavar muy bien las frutas y verduras.
- Calentar las carnes a temperaturas superiores a 75º C. (la parte central nunca debe estar cruda, sino que debe cambiar de color). Igualmente hay que calentar las sobras a más de 75º C.
- Limpiar muy bien los utensilios de cocina, especialmente los recovecos donde pueda acumularse la comida.
- La nevera del frigorífico debe estar a 4º C o menos y los alimentos que se van a conservar en frío deben estar fuera de él menos de dos horas (una hora si hace mucho calor).