Por Dr. Antonio Rodríguez Carrión.
Con el nombre de mobbing, o “psicoterror laboral”, se define al acoso moral o maltrato psicológico, continuo y deliberado, que sufren numerosos trabajadores en su puesto de trabajo a través de actitudes y comentarios que atentan contra su dignidad. En lenguaje corriente se dice: “dejó el trabajo porque le hacían la vida imposible”. Para algunos autores, debe ser considerada como una verdadera enfermedad profesional, como el estrés, pues sus síntomas se asemejan mucho a un fuerte estado depresivo.
El mobbing es diferente del stress laboral pues en éste surge ansiedad debido a tener que trabajar deprisa o por tener un jefe exigente, mientras que el mobbing hay una estrategia de acoso por parte del jefe o compañeros perfectamente diseñada para hacer invisible o “ningunear” a la víctima, utilizando diferentes métodos.
En los países miembros de la Unión Europea se calcula que hay unos 12 millones de trabajadores afectados por el mobbing, lo que supone 8 de cada 100 personas de población activa. Según porcentajes, en primer lugar de la clasificación, figura Gran Bretaña, seguido de Suecia, Francia, Finlandia, Irlanda, Alemania e Italia. Más de millón y medio de españoles son víctimas de esta práctica delictiva.
El psicólogo Iñaki Piñuel afirma que la Administración Pública es la más afectada por estos comportamientos, especialmente en Educación y Sanidad, pues «como no se puede despedir a una persona, para librarse de ella se la intenta destruir psicológicamente«. Junto a estos trabajadores, las mujeres en situación de vulnerabilidad son las que más sufren el acoso psicológico, principalmente las mujeres separadas, viudas o madres que no tienen pareja y mantienen a la familia.
Además del daño que sufre el trabajador afectado, el profesor Piñuel afirma que «frecuentemente el entorno de la víctima reacciona mal, manchándola más. Se desarrolla un mecanismo que consiste en pensar que la víctima algo habrá hecho para merecer lo que le ocurre. Incluso las personas neutrales del entorno desarrollan esas teorías explicativas y entonces rematan a la víctima».
En España, la precariedad laboral es una de las principales explicaciones del mobbing, que afecta principalmente a los JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados), menores de 30 años, con contratos basura, que «suelen ser hostigados por trabajadores de más edad ya que ven en ellos una amenaza, y por ello se dedican a destruirlos antes de que se queden con sus puestos de trabajo».
Según los expertos, “al principio el acoso no se efectúa sobre trabajadores débiles, sino al contrario. El hostigamiento comienza cuando la víctima reacciona contra el autoritarismo y no se deja avasallar, pero las circunstancias o la presión a la que están sometidos las hace convertirse en débiles”.
Como consecuencia del “mobbing”, la persona atacada sufre pérdida de sueño, ansiedad, estrés, depresión, etc. Además, la víctima sufre una disminución del rendimiento laboral y mayor número de accidentes y, con frecuencia, termina por marcharse de la empresa.
CÓMO DEFENDERSE DEL MOBBING
Hay que reunir pruebas (documentos, testigos, certificado médico, etc.) y ponerlo en conocimiento del médico del trabajo, del comité de empresa, de un abogado y de algún sindicato. Si fuese necesario, se debe denunciar al empresario, al responsable de la agresión y a otros empleados que hayan participado en la acción.
Más información en Internet: http://www.mobbing.nu