Por Antonio Rodríguez Carrión.
“Asumir la existencia de un problema, e identificar sus causas, es el primer y principal paso para su solución”.
Una vez analizadas las principales causas de la masificación y desorganización que se encuentran los pacientes en muchos Centros de Salud, ¿qué posibles soluciones se pueden aplicar?:
- Cada nuevo servicio sanitario que se oferte al ciudadano debe ir acompañado de información suficiente sobre cómo utilizar correctamente dicho servicio y, obviamente, del incremento de medios humanos y materiales que sean necesarios.
- Educación para la salud: es de sentido común que los gestores de la sanidad pública deben priorizar el informar a todos los ciudadanos sobre los aspectos más básicos del cuidado de la salud, y cómo utilizar adecuadamente los recursos sanitarios que la Administración pone a su disposición. Más productivo que las pantallas en las salas de espera es enviar información escrita a los hogares, o anuncios y reportajes en televisión.
Mientras gran parte de los usuarios de los servicios de urgencia sigan acudiendo por motivos banales (un simple resfriado, un pequeño golpe, o para repetir una receta), o mientras los pacientes acumulen medicamentos en los botiquines caseros, o mientras los pacientes agredan a los médicos, enfermeros, auxiliares, administrativos o celadores por los fracasos de los gestores sanitarios, éstos estarán en primer lugar como causa de un sistema sanitario cada vez más insostenible tanto organizativa como económicamente. - Sustituir a médicos o enfermeros ausentes por enfermedad, cursos o vacaciones, es primordial. Algunos gestores creen que “repartiendo” a los pacientes entre los demás profesionales están “ahorrando” mucho dinero, cuando lo que están demostrando es una gran ineptitud para el cargo, pues la realidad es que están realizando un gran derroche económico y una gran perjuicio a los enfermos. Al masificar las consultas se produce una gran disminución del tiempo disponible por paciente, lo que conlleva un aumento del gasto farmacéutico, una mayor derivación a especialistas y un aumento de las pruebas diagnósticas, todo lo cual podría evitarse en gran medida con más tiempo para la anamnesis, la exploración y para explicar al paciente medidas de promoción de la salud.
- Es incompresible cómo los gestores de la sanidad pública organicen las agendas con citas para el médico de familia a razón de un paciente cada 5 minutos, o citas para control de tensión arterial a razón de ¡una cita por minuto! Un tiempo medio de consulta por paciente similar al que existe en Alemania, Francia, Inglaterra o Suecia es lo más razonable para un país que presume tener una de las mejores asistencia sanitaria del mundo.
- Igualar la carga laboral de los cupos médicos evita que haya médicos sobrecargados de trabajo por tener gran número de pacientes con muchas enfermedades crónicas, a los que hay que dedicar mucho tiempo, mientras que otros cupos están muy “descansados” y con todo el tiempo del mundo pues tienen pocos pacientes pluripatológicos. A esta situación kafkiana se llega por la inestabilidad laboral que sufre gran parte de los médicos (falta de oposiciones y concursos de traslado, contratos de corta duración), lo que determina que haya consultas con nuevo médico cada pequeño intervalo de tiempo. Los enfermos crónicos quieren y necesitan un médico de familia estable, y no un médico diferente a cada poco tiempo; para evitar esta situación, el paciente crónico suele cambiarse de médico y opta por quien es “médico propietario” y con perspectiva de larga continuidad, lo que supone “aligerar” de carga un cupo a cambio de “castigar” a otro, pues éste tendrá más trabajo y, por tanto, menos tiempo para cumplir los objetivos que desde el despacho marca un gestor ignorante de la realidad que ocurre en un Centro de Salud.
- Cada trabajador del Centro de Salud debe tener una copia del Reglamento de Régimen Interno, donde cada cual sepa perfectamente lo que tiene que hacer, junto con los recursos que se le facilitan para poder hacerlo. Aunque esta propuesta parezca una obviedad, la realidad demuestra que no lo es.